Con la palabra mitología se designan dos conceptos: el conjunto de mitos y leyendas que un pueblo imaginó, y el estudio de los mismos. La palabra viene del griego mythos, que significa fábula, y logos, tratado. El concepto de fábula no nos debe inducir a creer que el mito sea una ficción caprichosa de la imaginación. Dentro de la narrativa mítica se esconde un aspecto, un núcleo, que encierra una realidad.Para la consciencia mítica todo debe haber tenido un origen. Si este origen quedó cubierto por las tinieblas del tiempo y del misterio, ello no significa que no pueda ser recuperado por la imaginación. La realidad de las cosas está ahí para demostrar la repetición de los orígenes en los ciclos de la vida. La temporalidad de los acontecimientos poco interesa. Interesa, sí, el hecho de que se repiten: por eso son perennes.El mito consiste en esta “historia perenne”: es la historia de los acontecimientos que no tienen fin porque se repiten. Reconociendo en cada acto cotidiano una participación en los grandes ciclos de la vida – que no son más que la repetición de los ciclos-modelo narrados por la mitología – el hombre se siente participar de la gran eternidad mítica, y se libera de su transitoriedad. Participando de sus orígenes, el hombre consigue, si no propiamente sobrevivir, vivir integralmente. Dentro de la mentalidad mítica, la propia muerte puede tener sentido.Pero esta reconciliación del hombre con la vida y con la muerte (la una imposible sin la otra) mal puede distinguirse de la integración total en la naturaleza, especialmente en la naturaleza viva. A través de la mitología -desde las más primitivas hasta la más moderna de sus formas, disfrazada de ficción científica- siempre el hombre buscó abreviar la distancia que lo separa del universo irracional. El mito busca superar este abismo, al mezclar todos los orígenes. No sólo del mundo y del hombre, sino también de los animales y de las plantas: todo lo que nace, vive, es sexuado, organizado, se deshace y muere; pero vuelve y continúa.Debido a su carácter fundamental, el mito conserva hasta nuestros días vitalidad y presencia grandiosa: trata los mismos problemas -existenciales, morales y sociales- que continúan afligiendo a la humanidad. Por eso el hombre no ha dejado de crear nuevos mitos, aunque ahora haya pisado la Luna.Mircea Eliade, en su trabajo Mito y Realidad, define de manera ejemplar la estructura y la finalidad del mito: “…De modo general, se puede decir que el mito, tal como es vivido por las sociedades arcaicas, 1) constituyó la Historia de los actos de los Entes Supremos; 2) que esa Historia es considerada absolutamente verdadera (porque se refiere a la realidad) y sagrada (porque es obra de los Entes sobrenaturales); 3) que el mito se refiere siempre a una 'creación', contando cómo algo vino a la existencia, o cómo se establecieron una norma de comportamiento, una institución, una manera de trabajar; ésa es la razón por la cual los mitos constituyen los paradigmas de todos los actos humanos significativos; 4) que, conociendo el mito, se conoce el 'origen' de las cosas, llegándose -en consecuencia- a dominarlas y manipularlas a gusto; no se trata de un conocimiento exterior, abstracto, sino de un conocimiento que es 'vivido' ritualmente, sea narrando ceremonialmente el mito, sea efectuando el ritual al que sirve de justificación; 5) que, de una u otra manera, 'se vive' el mito, en el sentido en que se está impregnado por el poder de lo sagrado, que exalta los eventos rememorados o ritualizados”.
BASES BIOLÓGICAS DE LA CONDUCTA HUMANA
Hace 9 años
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